SECUENCIA PRIMERA
Tobías Campos Fernández
"Primero tropecé con un congelador.
Me asusté un poco y me puse a llorar."
Michel houellebecq
Me miran los canales de riego
poco puedo decir
que les tranquilice
yo estoy en el centro
de una tierra inundable.
José María Castrillón
Carta a Tobías C. F.
quien me escribe
Primero tropecé con un congelador.
Michel Houellebecq
Me miran
los canales de riego
(…)
yo estoy en el centro
de una tierra inundable
T. C. F.
La quietud en la fluencia, Tobías, cuando
Lorca baja cada noche hasta la acequia −a soñar el agua, a fumar, a perseguir caricias−.
El fluido de lo inmóvil (¿para siempre?) cuando
Carver se tropieza how the hell did I get here? y sin dejar de estar bebido se pregunta
desde cuándo su voz −el corazón− hay que abrirla a martillazos.
Recostarse a fumar apoyado entre dos centros.
Pero yo, Tobías, hace tiempo que no sueño, que no vivo en tierras inundables,
y aunque fumo no dejo ya que me acaricien como se apura una calada.
PDTA.: tampoco en este tiempo mi voz pone resistencia. (Lo quisiera hoy, al menos para
Pilar.)
Pilar Martín Gila
– Y el resto de la vida, con la esperanza de volver a encender un cigarro.
– Eso es muy triste.
– La esperanza es siempre algo triste.
– Según lo que se espere.
– Esa calada.
– Será otra cosa.
– Las puertas de los bares.
– Sín duda, tiene que ser otra.
– La pequeña llama de la cerillera.
– Cualquier cosa es otra incesantemente.
– ¿No puede quedar algo perdido?
– Puede quedar postergado.
– Como los sueños, supongo.
– Como las esperanzas, me temo.
– Entonces, aún le debemos ese gallo a Esculapio.
Pilar Fraile Amador
Primero tropecé con un congelador.
Michel Houellebecq
Me miran
los canales de riego
(…)
yo estoy en el centro
de una tierra inundable
T. C. F.
La quietud en la fluencia, Tobías, cuando
Lorca baja cada noche hasta la acequia −a soñar el agua, a fumar, a perseguir caricias−.
El fluido de lo inmóvil (¿para siempre?) cuando
Carver se tropieza how the hell did I get here? y sin dejar de estar bebido se pregunta
desde cuándo su voz −el corazón− hay que abrirla a martillazos.
Recostarse a fumar apoyado entre dos centros.
Pero yo, Tobías, hace tiempo que no sueño, que no vivo en tierras inundables,
y aunque fumo no dejo ya que me acaricien como se apura una calada.
PDTA.: tampoco en este tiempo mi voz pone resistencia. (Lo quisiera hoy, al menos para
Pilar.)
Pilar Martín Gila
– Y el resto de la vida, con la esperanza de volver a encender un cigarro.
– Eso es muy triste.
– La esperanza es siempre algo triste.
– Según lo que se espere.
– Esa calada.
– Será otra cosa.
– Las puertas de los bares.
– Sín duda, tiene que ser otra.
– La pequeña llama de la cerillera.
– Cualquier cosa es otra incesantemente.
– ¿No puede quedar algo perdido?
– Puede quedar postergado.
– Como los sueños, supongo.
– Como las esperanzas, me temo.
– Entonces, aún le debemos ese gallo a Esculapio.
Pilar Fraile Amador
Grandes esperanzas
los tienden extendidos con los brazos hacia arriba
es la mejor manera de coserlos. dice. zurcen el brazo el
codo la muñeca. hay que dar apariencia de normalidad. repasan las suturas con
hilo fino
llevamos así muchos años. al principio pensamos que el
trabajo se iba a acabar. pero no. cada vez vienen más. sin ojos sin piernas.
han
estado hundidos en el barro mucho tiempo. algunos no tienen arreglo
estado hundidos en el barro mucho tiempo. algunos no tienen arreglo
los tienden extendidos con las piernas separadas
tenemos modelos de caras y de torsos. unos gustan más que
otros. lo malo es que luego todos se parecen. mejor eso que andar por ahí
con el cuerpo desmembrado
con el cuerpo desmembrado
todos asienten. los que tienen las agujas y que los que son
cosidos. todos asienten y dan palmas
Julio Más Alcaraz
Kiri kiri kiri Los que tienen las agujas las clavaron en los ojos de los pretendientes
Kiri kiri kiri takashi miike CUT TO:
El centro de un océano desprendido de la tierra
El agua cayendo por sus extremos hacia lo que nunca
Es la orilla ahora el centro, una orilla que remonto en tus brazos, padre. Rompe la cadena
el eslabón inserta el eslabón en el labio y lo dejas un poco abierto de manera que cuando beses a la muchacha del conservatorio sus labios se
queden enganchados a los tuyos y no hagan faltan más candados en los puentes incluyo podamos reventar los puentes y quién se atreverá a
cortar el hierro forjado con las camas antiguas de los hospitales de guerra
Muchos son los ríos que he nadado pero sólo en éste las ramas de los árboles suben contracorriente
y se acumulan en el nacimiento hasta impedir la salida del agua y reventar la montaña.
Toda ladera mojada era un antiguo tobogán por el que se lanzaban las mujeres antes de ser madres.
Miguel Ángel Curiel
Julio Más Alcaraz hablaba de ríos
al final de su texto. (Una sola palabra lo encierra todo, con una
sola palabra podemos fundar el mundo, -fundarlo y destruirlo- Ríos: El Tajo, el Tiétar, el Alberche, el Narla, el Jerte, el Limia, el
Miño, el Orbigo, el Eo, algunos de los ríos enlos que me bañé a
lo largo de mi vida. Los ríos del verano, los misteriosos nombres
del agua. Después los ríos secos de mi país, hijos del estiaje;
los ríos lunares, El Tuerto, el Pusa, el Sangrera, el Guadyerbas, el
Uso, el río Frío. ¿En que ríos os habéis bañado vosotros? El nombre de los ríos, una sola palabra lo encierra todo y así todo
queda abierto en lo semiabierto y lo entrecerrado de la poesía en el
duermevela de la vida) Ríos de aguas negras, jalonados de álamos,
de fresnos y alisos; los otros ríos en los que me bañé, el
Guadiana, el Jucar, el Tormes, el Dao, el Coa, el Burbia, -siempre nombres de ríos, indescifrables, nombres que jamás se olvidan como
nombres de amigos o hileras
de chopos boca abajo. Así boca abajo encendías las velas. Hilos de
pájaros negros chillan como puertas o niños muertos. Chillan las
alas como puertas azules. Pavesas de ciprés o moral, o pájaro
arrancado del yo, y rama arrancada y hoja seca; esa hoja que cruje al
cerrar el ojo. Más allá de las lindes álamos que te llevan montado
por el aire. Así boca abajo encendías las velas, o en la vertiente
de Gredos ábregos
rompiéndose en el Galayar, aguas tributarias del Tiétar, el río
de mi infancia -por eso se llama rompientes a lo quieto, o
cuchillares llenos de palomas de nieve. Ábregos,
el día llora así, no deja de llorar como un yo, y los bastones de
mi yo, cada vez que hinco uno en el barro…
cámara
lenta del nadador que amanece vivo en las
especies
en las fechas líquidas efectivamente viaje
seco y
llamado efectivamente baño que cruza nuestro
cuerpo y
desemboca en la escritura flotante que tinta
salvación
de la memoria-río-cuándo me acerqué tuve
miedo de
no estar en sus curvas temí nadarme anterior
rozar las
escamas del pez cero volver a los nombres
que tuve
bebo el vaso de la orilla que me llamas sé
cuánto
somos en los escasos cauces en su pequeño
tren de
barro listas del agua rodeando las hogueras
listas
del hombre rodeando el agua qué puedo hacer
para que
no me entiendas para dejarme-dejarte a solas
con mi
apellido isla regresando a tus bosques
basculación
desnuda péndulo húmedo y desierto.
José María castrillón
Nueva carta a T C F
Listas de hombres, cauces secos.
Yo te dije, sí, acequia, un hombre que fuma deseando amar
junto al agua. Yo dije,
tiempo atrás,
que los poetas habían orinado
en el manantial de los hombres juiciosos.
Fue más: dije, aún antes,
orilla, el agua que enfunda la mano que la quiebra que la hace otra.
Pero digo
desde ahora:
la hilera de los que buscan trabajo, de los que fueron
sobre cauce seco
en hilera al sanatorio, al camposanto, al barracón en listas
y ―digo― su murmullo que no supo sonar
en la mano desprendida que aquel poeta sintió en su poema
primero.
Pilar Martín Gila
- Podemos empezar de nuevo.
José María castrillón
Nueva carta a T C F
Listas de hombres, cauces secos.
Yo te dije, sí, acequia, un hombre que fuma deseando amar
junto al agua. Yo dije,
tiempo atrás,
que los poetas habían orinado
en el manantial de los hombres juiciosos.
Fue más: dije, aún antes,
orilla, el agua que enfunda la mano que la quiebra que la hace otra.
Pero digo
desde ahora:
la hilera de los que buscan trabajo, de los que fueron
sobre cauce seco
en hilera al sanatorio, al camposanto, al barracón en listas
y ―digo― su murmullo que no supo sonar
en la mano desprendida que aquel poeta sintió en su poema
primero.
Pilar Martín Gila
DIÁLOGO
- Sí, podemos empezar ahora que
estamos al final de una segunda carta y hace
días ya que el cuerpo
quedó en un hilo, ciego el caudal, y oscura la boca del
agua.
- O quizá todo lo ocurrido pasará
más tarde.
- O a consecuencia de que alguien lo
ha escrito.
- Vamos detrás de la letra.
- Leyendo perplejos el primer
párrafo. Otra Vez.
- No es tan vehemente la vida ni tan
intrincada.
- Pero se guarda en el cuento.
- En el cuento es donde se pierde.
- ¿Un cigarrillo?
- I would prefer
not to.
Pilar Fraile Amador
"de este agua beberás
lirio dormido
ramificados los brazos en el punto de mirar
ella tenía un cuerpo escondido en el jardín
alimentándose de las raíces
abriéndose camino hasta los cimientos de la casa"
SECUENCIA SEGUNDA
Mar Benegas
ella no sabía que aquel dique de huesos
seguía creciendo
una presa, un pantano
el envenenador de las semillas
subían las lombrices por la blanca muerte
una higuera que daba pequeñas vulvas infantiles
y daba sombra y daba otros tiempos
el río subterráneo
tumbó finalmente las paredes
y lo dejó todo desnudo
la vida a la intemperie
no es más que un crujido
un tiento rebosante de esporas
Miguel Ángel Curiel
A Uxia Pinheiro
Allí el Ocentejo. Inútil
para la escritura el allí.
Sólo sé decir allí que es donde nunca voy a ir. Cabe en mis ojos
el Ocentejo y no hace falta estar allí para no ser este que soy. La
luz es la vida,
al menos esa luz no desluce así la vida si es clara, aunque sea una mala luz. Voy detrás de las cabras tragando el polvo por este camino
entre chopos; su nieve caliente o sus hojas negras. Un solo hueso
tienen estos hombres altos que miran a los caminantes. Cuando tú pases te seguirán esos chopos como pena sobre la pena o peñas
encima de las peñas. Esas nubes y estos excrementos para no pisar
el mundo. El hombre debería ser una nube. Se van secando las nubes
y los excrementos. Me siento deslavazado como un rosario de cuentas
de mí mismo. No puedes recontar lo que nunca has contado. Futa que cae. De ti mismo tú caes. Vilo de las estrellas en el envilecimiento
del mundo. No has escalado mas que escombros. Lirio de escombros.
Debería ser negro, ser al menos lo que es, no lo que yo diga. Escarcha negra. Las flores blancas de la muerte también deberían
ser negras. Se cierran los ojos y rompen la montaña. Pero sigue siendo una montaña, algo que solo cabe en el hombre si cierra los
ojos. El pájaro se escapa. Se va a otros ojos para entrar en el mundo. Esparcidas de noche en el cielo las brasas. Un día antes de
San Lorenzo San
Justo, y después Santa Clara. Los mismos ahogados de todos los años -dos
o tres en
este río seco- (Si vas a traducir esto piensa en ti) A más calma
más destino. El negro de la nieve es la nieve. El pájaro de luto cayó en la leche y salió más negro. Caía hacía mí de una noche
a otra. El chillido de ser borra el vuelo de no estar. Envida
el
órdago.
Pilar Fraile Amador
"de este agua beberás
lirio dormido
ramificados los brazos en el punto de mirar
ella tenía un cuerpo escondido en el jardín
alimentándose de las raíces
abriéndose camino hasta los cimientos de la casa"
SECUENCIA SEGUNDA
Mar Benegas
ella no sabía que aquel dique de huesos
seguía creciendo
una presa, un pantano
el envenenador de las semillas
subían las lombrices por la blanca muerte
una higuera que daba pequeñas vulvas infantiles
y daba sombra y daba otros tiempos
el río subterráneo
tumbó finalmente las paredes
y lo dejó todo desnudo
la vida a la intemperie
no es más que un crujido
un tiento rebosante de esporas
Miguel Ángel Curiel
-OCENTEJO-
Julio Obeso
Era del corazón esta arpillera
A su manera, cálida,
a su vez, oscura.
Asunto de vacío
una vez más
y de lesa humanidad
llevar la cuenta.
Algunas noches ato cintas de colores
entre la tráquea y el páncreas.
Arrojo balizas reconocibles
a lo que ayer pensé cierto.
Aún así me pierdo.
Enlazo puntos imaginarios
y consigo la silueta
de la [f]osa mayor.
Algunas noches regreso.
Lo que atrás se queda:
¿también es luz?
¿Carne el vapor de agua
que a ras nos ama?
No lo sabemos,
ya estamos en otro lugar.
Soledad Fariña
Tarde
llego. Perdón. Si aumentamos espacios engañamos al
tiempo, por eso es que tarde llego. Aquí, allá. Sigo la
línea
roja, la amarilla, la azul, sigo la cuerda (floja) el
pasamanos
cromado, bajo, toco, se acarician los cuerpos sin saberlo,
algunos labios se besan, sin saberlo. La humedad, el sabor,
la
energía del roce ¿todos guiños equívocos?
Yaiza Martínez
Seis meses desciende al hueco y lo
mira.
Es un espacio boscoso y masa
coronal
o polvo cálcico rebotando en éter.
En “yo” cuenta un paraíso; la
geometría
de las sagradas edificaciones.
Todo el cuerpo del idioma es
aquella
mano.
Que el cuerpo es todo.
Recoge el hambre en el pan… el
hato
arrastrará cuando la
luz. Dirán su nombre entonces
el cosmos
en una
gota
Tobías Campos Fernández
Pilar Fraile Amador
"tirar del hilo
responder a los mensajes
acelerar un poco decir no necesito preferiría
dar vueltas y vueltas dentro del caparazón
boca arriba
rodando para recuperar el equilibrio
como dice la televisión
es tarde deberíamos dormir un poco
desprenderse de la placenta
para no ahogarse
deshacer el animal con una mano"
Miguel Ángel Curiel
Otro año más estas Linarias de abril, antes de que vuelva llover, y de que se vuelva a cerrar el cielo nocturno con la bruma. En esas aberturas de nubes, en esos claros celestes Linarias de abril, o esas semillas luminosas que el sembrador nocturno lanza al cielo hasta que se ilumina el semblante, y la alegría vuelva con su luz verdadera al rostro de un hombre sumido en la pobreza. –Y era esta mi riqueza, una de ellas- y por eso abría el cofre de las ilusiones, y el sembrador de Linarias era generoso. ¿Y no se llaman así esas pequeñas flores de color naranja que brotan en los prados hacia estas fechas? De nuevo una correspondencia entre lo que es y lo que no es, un hilo tenso que fácilmente se rompe cuando alguna palabra de más sale de la boca: Linarias de abril para este insomnio. En la ventana que chocaron las ventiscas y la lluvia, así estas ventiscas de brasas celestes más alejadas.
Mar Benegas
"tirar del hilo
responder a los mensajes
acelerar un poco decir no necesito preferiría
dar vueltas y vueltas dentro del caparazón
boca arriba
rodando para recuperar el equilibrio
como dice la televisión
es tarde deberíamos dormir un poco
desprenderse de la placenta
para no ahogarse
deshacer el animal con una mano"
Miguel Ángel Curiel
Otro año más estas Linarias de abril, antes de que vuelva llover, y de que se vuelva a cerrar el cielo nocturno con la bruma. En esas aberturas de nubes, en esos claros celestes Linarias de abril, o esas semillas luminosas que el sembrador nocturno lanza al cielo hasta que se ilumina el semblante, y la alegría vuelva con su luz verdadera al rostro de un hombre sumido en la pobreza. –Y era esta mi riqueza, una de ellas- y por eso abría el cofre de las ilusiones, y el sembrador de Linarias era generoso. ¿Y no se llaman así esas pequeñas flores de color naranja que brotan en los prados hacia estas fechas? De nuevo una correspondencia entre lo que es y lo que no es, un hilo tenso que fácilmente se rompe cuando alguna palabra de más sale de la boca: Linarias de abril para este insomnio. En la ventana que chocaron las ventiscas y la lluvia, así estas ventiscas de brasas celestes más alejadas.
Mar Benegas
el cálamo abierto, tinta blanca que se encrespa
hablas de un hombre pobre que sorbía semillas
se bebía la claridad como un señuelo blanco
hablas de un hombre pobre que se cae hacia abajo
que es una simiente y un tallo que puja
resquebrajando la sequedad del estío
partiendo los terrones, abriéndose, con un impulso acuoso
hablas de un hombre pobre
y parece enterrado pero está más vivo que nosotros
y un color naranja lo cubre todo, ciego y naranja
como el sol de mediodía
hablas de un hombre pobre, pero no se llama a la estación
no puedes llamarla, y el hombre pobre florece
reventando ante nuestros ojos, y queremos nombrarlo
pero solo suena, la palabra primavera.
hablas de un hombre pobre que sorbía semillas
se bebía la claridad como un señuelo blanco
hablas de un hombre pobre que se cae hacia abajo
que es una simiente y un tallo que puja
resquebrajando la sequedad del estío
partiendo los terrones, abriéndose, con un impulso acuoso
hablas de un hombre pobre
y parece enterrado pero está más vivo que nosotros
y un color naranja lo cubre todo, ciego y naranja
como el sol de mediodía
hablas de un hombre pobre, pero no se llama a la estación
no puedes llamarla, y el hombre pobre florece
reventando ante nuestros ojos, y queremos nombrarlo
pero solo suena, la palabra primavera.
Paloma Corrales
hacia dónde ha partido el animal,
hacia dónde sus huellas,
hacia dónde la furia,
la clandestina furia que ya no tienes,
hacia dónde las alas
cuando nadie te mira
y los pies invisibles
como los sumergidos en el lodo,
hacia dónde la fe de que este es el hilo,
el último hilo,
junto al último árbol,
porque dejaste atrás todas las mutilaciones,
hacia dónde la niña
que no crece y se queda en los escombros,
hacia dónde los cuentos,
los días de bordados con agua
y flores entreabiertas,
hacia dónde caemos, hacia dónde,
en el derrumbe,
linarias de abril para este insomnio.
Julio Obeso
Estilizar el poema, retirar el pan a la palabra, el agua a cualquier calificativo, hasta rendir la voluntad de la luz que se desploma y confiesa, de puño y ventana, ser de ella la húmeda navaja, la huella, cada uno de los cabellos en la sombra violada.
Julio Obeso
Estilizar el poema, retirar el pan a la palabra, el agua a cualquier calificativo, hasta rendir la voluntad de la luz que se desploma y confiesa, de puño y ventana, ser de ella la húmeda navaja, la huella, cada uno de los cabellos en la sombra violada.
Soledad Fariña
la arista de la piedra
la huella de un cabello
en el vidrio
la navaja
húmeda y violada
su filo
la ondulación del aire
en la
rama
de un sauce
La
Yaiza Martínez
Asisto al poema en esta morbilidad del mundo
por el paisaje de las categorías
la metáfora no es simple
figura retórica.
La voz encadenada insufla
forma de vida
al mueble.
Desciende de la montaña
con la lira y la hoz;
a cada paso
es
límite
es orbe.
por el paisaje de las categorías
la metáfora no es simple
figura retórica.
La voz encadenada insufla
forma de vida
al mueble.
Desciende de la montaña
con la lira y la hoz;
a cada paso
es
límite
es orbe.
Tobías
Campos Fernández
La
cámara
de seguridad
recoge
con nitidez
un error
de principiante
a la hora
de coser las redes
el funambulista
el funambulista
cae sobre la caída
en el vídeo
no hay
rastro
del poeta.
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